Al margen de la politización del incidente mediático del programa de la BBC Top Gear, y del sobredimensionamiento que se le está dando en algunos medios de comunicación a este hecho, creo importante aprovechar la ebullición del tema para hacer una reflexión del mismo.
Debo iniciar subrayando el hecho de que lo que aquí comento lo digo a partir de mi muy personal experiencia y que en ningún momento refleja la verdad absoluta, por lo que muy posiblemente mi versión sea sesgada y por lo tanto incompleta, pero así es como veo las cosas desde mi perspectiva.
He tenido la oportunidad de vivir durante largos periodos en el extranjero, y desde hace varios años la vida laboral me ha puesto en contacto constante con diversas contrapartes extranjeras principalmente de lo que llamamos el primer mundo. Durante estas experiencias he podido constatar y dar fe que el estereotipo mexicano del que tanto se burlaron un trío de presentadores no es más que eso, un estereotipo anticuado y lejano a la realidad.
Es cierto que somos un país de obesos, que el paternalismo gubernamental - herencia del régimen de la revolución - ha generado una cultura del apapacho contínuo a gente improductiva y floja, que tenemos políticos ineptos y que venimos arrastrando una serie de males que ante los ojos del mundo no nos dejan bien parados.
Pero me consta en carne propia, que habemos muchos mexicanos que nos sobamos el lomo todos los días desde muy temprano, que buscamos superarnos constantemente y que a pesar de tener menos oportunidades de tener un gran empleo, lo conservamos gracias al esfuerzo constante y al mérito. No voy a describir las diversas experiencias que tuve para constatar esto, pero puedo decirles que gente del "primer mundo" se sorprende de lo increíblemente trabajadores que somos, y doy fe que en muchos casos ellos han venido a aprender de nosotros.
Y cualquiera que trabaje en México puede confirmar las largas jornadas que se trabajan aquí, pues un mexicano con título de maestría hace el trabajo de 3 personas en Estados Unidos por el sueldo de un obrero norteamericano. Yo soy el vivo ejemplo de eso.
Sin embargo, creo que es importante puntualizar algunas cosas que creo deberían analizarse.
1) Rasgarse las vestiduras por los comentarios de tres ignorantes cuyo objetivo es causar controversia es pérdida de tiempo. Aunque también hay que reconocer que lo de Top Gear fue tan burdo que ellos mismos quedaron en evidencia.
Yo he vivido en Reino Unido y disfruto mucho su sentido del humor, pero no es lo mismo Monty Python que Top Gear, ya que hasta para el sarcasmo hay que tener clase. Pero también hay que verlo en perspectiva ya que sinceramente yo creo que no es más que un ardid publicitario y no me sorprendería que terminaran haciendo un programa en México sobre el Mastretta.
2) Y por otro lado, la doble moral de muchos mexicanos cuando en Televisa o TV Azteca se hacen uso de estereotipos nefastos no sólo del mexicano, sino prácticamente de todo aquél que es diferente: discapacitados, negros, gays, gallegos, argentinos, gringos, etc. Y con ellos los chistes tan crueles de las desgracias propias y ajenas, en los que somos expertos los mexicanos.
3) El protagonismo de un funcionario público y su deber como representante de una nación.
Eduardo Medina Mora no es santo de mi devoción pero la verdad no sé qué es lo que hubiera hecho yo en su lugar. No hacer nada cuando te están diciendo directamente a tí flojo es cobarde, pero hacerlo también te genera críticas por ser tan "delicadito". O sea que ser funcionario público en un país en donde éstos tienen cero credibilidad es no darle gusto a nadie. Si se quejó mal por hacerlo, y si no lo hace entonces es un lamebotas del imperio.
Sin embargo, cualquiera con dos dedos de frente y un mínimo de interés por México puede darse cuenta de que la corrupción, impunidad, inseguridad, violencia, bajos niveles de educación y pobreza extrema son los verdaderos problemas de este país, y no lo que un trío de "attention whores" piensen de nosotros.
Pero además los mexicanos tenemos un serio problema de actitud, y eso se ve desde la forma en la que nos tratamos a nosotros mismos. Y si bien la situación actual no es muy alentadora, poco se gana con discursos apocalípticos.
Los mexicanos somos expertos en usar lenguaje soez para denostar contra nuestro propio país y nuestros propios congéneres. Somos expertos en ver el vaso medio vacío y en tratar de sacar a relucir todos los problemas y cánceres de esta sociedad, y raras veces vemos también las cosas positivas. Y esa es una actitud de un país perdedor, agachón y conformista. Y los medios de comunicación abusan de esto pues las buenas noticias no venden.
Yo he tenido la oportunidad de visitar países mucho más fregados que el mío, pero con algo que los hace más ricos y que al parecer aquí se ha perdido: fe. Y no está más que en nuestras manos el recuperar esa fe, que si estamos esperando a que el presidente nos salve la vida pues ya nos fregamos. (Total, "FECAL" es culpable de todo, hasta de que yo sea un amargado y el perro de mi vecina orine mis plantas.)
A este país le falta gente que de verdad se comprometa y que se sienta realmente orgulloso de ser mexicano a pesar de toda la porquería en la que vivimos. Y esto no significa sentirse el Juan Escutia versión 7.0, ni vestirse de tehuana en pie de guerra ala Beatriz Paredes o cambiarse el ávatar de su FB cuando hay mundial de fútbol, que por cambiarme el nombre a Yoloxóchitl no voy a ser más mexicana, y en cambio si corro el riesgo de perder mi identidad individual.
Es importante la crítica, señalar las fallas, llamar la atención a los problemas, pero eso es sólo el 50% de la tarea que nos toca. El otro 50% es rescatar lo que nos hace fuertes, creer en nosotros mismos y demostrar que no somos un país de agachados, que tenemos dignidad aunque las circunstancias nos hacen fregamos el lomo desde las 6 de la mañana para estudiar o para trabajar.
Pero mientras no desarrollemos ese otro 50% de nuestra tarea vamos a seguir sintiéndonos (que no siendo) un país de perdedores. Y para eso debemos quitarnos esos complejos estúpidos de la venganza de Moctezuma y la Maliche, porque conozco a muchos mexicanos en el extranjero que se sienten muy orgullosos y que no por hablar inglés, francés o chino dejan de serlo. Y también conozco a muchos extranjeros que felizmente escogieron a México como su hogar y a pesar de todo siguen al pie del cañón con nosotros.
Y sí, no voy a dejar de hacer citas en francés, ni dejaré de escuchar música en inglés, ni dejaré de tener el negro sentido del humor de mi gente. Y algún día regresaré a mi amada Londres para volverme a reír cuando un chico quiera volver a impresionarme diciéndome que sabe hablar "mexicano".
El mundo es demasiado amplio, y amar un país no significa denostar a otro.
1 comentario:
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